Monday, January 25, 2010

Psicopedagogía vs. Tutor académico.

Cuando se trata de buscar ayuda para la dificultad de aprendizaje, debemos tener en cuenta las características individuales del niño y de sus necesidades, para poder diferenciar si la ayuda debe ser dada por un tutor o por un psicopedagogo.

El tutor mira al individuo como alumno y se encarga de ayudarlo en un área específica del currículo escolar; generalmente busca preparar al alumno para enfrentar con éxito las pruebas académicas del grado, reforzándole los conceptos de la materia.

El psicopedagogo, ve al individuo como paciente y se encarga de evaluar en dónde se encuentra la dificultad en el aprendizaje y provee recursos para que el aprendizaje sea más fluido y menos traumático. Este profesional desarrolla un plan general en donde se fortalecen las funciones cognitivas y ayuda al niño a desarrollar su pensamiento lógico a través de diversas herramientas y técnicas. Rehabilita en el niño las áreas cognitivas o fortalece otras que ayudan o compensan las funciones, para engranar los conocimientos de diversas materias escolares y lograr así que el paciente mejore su desempeño escolar, reconquiste su autoestima y cierta independencia.

El psicopedagogo está capacitado para aplicar diversas pruebas que puedan detectar alteraciones en el proceso de aprendizaje del niño. Es un formador de estrategias individuales, que le permite al niño descubrir y utilizar sus propios recursos para compensar sus problemas de aprendizaje. Las estrategias son propuestas ya aplicadas a un plan de acción o tratamiento, la idea es poder canalizar al niño a un proceso de aprendizaje eficiente e independiente. El psicopedagogo identifica el perfil particular de cada niño y ajusta el entrenamiento a las características necesarias para el impulso escolar que éste necesita.

Detectar alteraciones en el aprender, proponer, aplicar estrategias de tratamiento y efectuar pronósticos de evolución, es lo que lo hace un profesional distinto al tutor académico.

Generalmente se busca la participación del psicopedagogo dentro de la institución escolar (formando parte del gabinete escolar) o dentro de consultorios privados (nivel clínico-particular) para abordar y orientar el aprendizaje de niños, aunque también está capacitado para llevar a cabo su labor con adolescentes y adultos. Este último puede encontrarse en el departamento de recursos humanos, dedicado al aprendizaje laboral.

El psicopedagogo clínico cuenta con recursos y herramientas que le permiten utilizar test estandarizados que le arrojan información objetiva para evaluar distintas áreas que comprometen el aprendizaje y así detectar, prevenir y tratar problemas de aprendizaje en el paciente. La experiencia y los conocimientos son otros factores que favorecen en el momento de interpretar de los resultados, para llegar al diagnostico preciso y establecer un pronóstico junto al plan de tratamiento. Este trabajo muchas veces y dependiendo del caso, se da de forma multidisciplinaria junto al psicólogo, nutricionista, neurólogo, médico general, endocrinólogo, psiquiatra o terapeuta familiar

La psicopedagogía, como su nombre refiere, es una ciencia que fusiona la psicología y la pedagogía aplicada al campo de la educación. Proporciona métodos, técnicas y procedimientos para lograr un proceso de enseñanza-aprendizaje adecuado a las necesidades del individuo. El psicopedagogo debe estar junto al paciente y lograr que éste se encamine en sus funciones escolares y laborales de manera independiente, enseñándole a reconocer sus limitaciones, sus aptitudes, sus intereses, sus habilidades y sus capacidades.

El psicopedagogo, estudia las áreas cognitivas, afectivas y sociales, para poder fortalecerlas positivamente y lograr así un desarrollo sano. Este profesional requiere de conocimientos amplios sobre la neurociencia cognitiva, la neuropsicopedagogia y la conducta humana, para buscar entender el modo en cómo la mente del paciente procesa la información. Así mismo conoce de forma profesional los diferentes planes y diseños curriculares de la educación, manejo de la docencia y didáctica de procesos de enseñanza-aprendizaje. Está capacitado para incluir sujetos que deseen mejorar sus técnicas, sujetos discapacitados o sujetos con dotes superiores.

Friday, January 8, 2010

Los juguetes y los juegos

Si bien es cierto que los juegos electrónicos o videojuegos pueden ayudar a desarrollar en el niño la memoria, el concepto espacial, la rapidez visual, la velocidad de respuesta, etc., también tenemos que tener cuidado con la escogencia de estos juguetes y el tiempo que se pasa frente a ellos. Esta tecnología trunca toda posibilidad de imaginación y proyección en el niño, convirtiéndolo en un fiel seguidor automatizado, aislado y muchas veces frustrado por no llegar a alcanzar la meta o el record.

El juego es mucho más complejo de lo que pensamos. Por ejemplo, si se juega a las muñecas o a los carros, se tiene que crear una historia que tenga sentido, que tenga personajes con características, que se desarrolle en un tiempo y en un ambiente determinado, tener que agregarle fantasía y reproducir situaciones vistas. Algunos niños solamente poseen una habitación llena de juguetes esparcidos y aún así se quejan por estar aburridos. Muchas veces es que sencillamente no saben cómo utilizarlos, como crear una escena y dejar volar su imaginación. Los videojuegos son más sencillos para ellos, pues les indican las pautas claramente del juego (tiempo, objetivos, personajes, niveles o metas siguientes, fin del juego, etc.).

Es bueno que reconozcamos que por el hecho de ser un juego o unos juguetes, no quiere decir que todos sean adecuados para todo tipo de niños. Algunos de estos videojuegos agitan al niño y le detona un nivel de adrenalina que puede ser contraproducente para él. Otros niños que tienden a ser retraídos o de poca capacidad de lenguaje, se les ve mermada la función de interacción con otros chicos por el simple hecho de estar horas frente a estos juegos.

Cuando el videojuego es "compartido" con un amigo, vemos que el juego generalmente va muy rápido. El turno de uno de ellos se acaba cuando éste falla y su control o botón deja de funcionar. No hay oportunidad de diálogo, de una nueva oportunidad al contrincante, de análisis de la jugada, ni tiempo para compartir opiniones con el compañero en las decisiones tomadas; pues sencillamente el otro niño debe estar listo para arrancar su jugada. Se pueden pasar horas jugando pero no interactuando entre ellos.

Es tiempo que volvamos a retomar los juegos de mesa. Con estos juegos, el niño aprende a socializar mientras maneja emociones y las canaliza en sus conductas como por ejemplo: esperar su turno, respetar "la suerte" de otros, ser tolerante, tomar decisiones y al mismo tiempo que está aprendiendo, su mente fortalece funciones como el análisis, el cálculo, el lenguaje, la memoria, etc.

En los juegos de mesa el diálogo forma la parte fundamental. Los niños tienen que leer las instrucciones, interpretarlas y volver a ellas en caso de que la jugada sea dudosa. El tiempo de espera al turno muchas veces es cuestión de sentido común porque algunos juegos no tienen tiempo límite para los jugadores. Los jugadores pueden conversar de temas no relacionados al juego mientras se desarrolla la partida, afianzando lazos de compañerismo o de amistad.

Otros juegos que debemos tomar en cuenta son los juegos al aire libre, en lo que el niño ejercita su cuerpo y desarrolla balance, motricidad, velocidad de respuesta, camarería con sus compañeros, interacción sana y liberación de estrés. Hasta puede pasar un buen rato discutiendo con sus compañeros situaciones del juego, como por ejemplo: si la bola cayó dentro de la línea, si valió el punto o no, etc. Estos tipos de juegos le dará la oportunidad de poder debatir puntos de vista opuestos y tener que llegar a una conclusión para poder continuar el juego. Aquí no hay repetición automática, ni tablas digitales, ni sonidos que indiquen la posición de la bola o del jugador en el momento.

Hoy en día existe una gran gama de juguetes y juegos con fines educativos, sólo es cuestión de motivar al niño a sacar "el niño que lleva dentro".

¡A jugar!